sábado, 28 de noviembre de 2020

Prólogo

 Prólogo a mi primer libro de sonetos: 150 sonetos de amores y olvidos por Manuel Eidan

 Editado en 2003 por Ediciones Malberte en Ourense España

 

DE LA EMOCIÓN HECHA MÚSICA

 

 Sea cual sea su intención, todo buen poema debe conmover al lector ya desde el primer verso. Pero un poema es un proceso siempre inacabado, una lenta escorrentía que en cada lectura nos sorprende con un nuevo cambio de rumbo. Ya desde el soneto liminar, ANTIGONI (Juan Carlos Hidalgo) nos conmueve profundamente al advertirnos que él escribe desde la herida para el desconocido que somos todos frente al espejo de nuestra conciencia, para el triste que no podemos dejar de ser ni siquiera en nuestros momentos de máxima alegría. Escribe desde la insatisfacción y su sementera son sus rimas, las rimas de la vida y de la muerte, como dice él en un perfecto endecasílabo que resume el sentido subyacente del poemario y del que toma la inspiración para seguir, como  el mismo poeta expresa al cerrar el segundo soneto...(Semillas)

 

 Esencial es en este admirable poemario la figura de la amada, Ale (Elena), que está presente explícitamente en algún soneto e implícitamente en todas o casi todas las composiciones del libro. Ale (Elena) es también la mujer en general, todas las mujeres posibles, las que han sido y las que serán. Lo que la distingue de las demás es precisamente el amor del poeta: una amada real que se da entera en sus defectos y virtudes, pero vista con la inocencia que el amor exige, un amor que tiene la virtud de resucitar al hombre que lo siente: Tú me encontraste así, paralizado...Pero un amor que preexiste a los propios amantes como postula en su soneto el Pacto, y que no excluye el dolor, la pena, el miedo, ni por supuesto una delicada sensualidad, que aquí casi siempre está asociada al agua (así los sonetos titulados Lluvia fina, Diluvio) o a manifestaciones de la Naturaleza.

 

 En realidad la amada es idealizada siempre, sí, aunque nunca hasta el punto de angelizarla, de despojarla de sus atributos humanos. La amada es para nuestro poeta la imagen de una frágil armonía, que existe entre lo celestial y lo terreno (soneto Quiero). La mujer, y más concretamente la amada, es una creación de Dios, que sin quizás refleja mejor a Dios que el hombre mismo, de cuyo costado fue hecha según el relato bíblico...Del costado de Dios nació una Diosa, dice en un admirable arranque (soneto La Diosa)...Lo cual contradice secretamente al mismo autor del Génesis cuando afirma que el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios, ya que la mujer sería la imagen de una imagen, y por lo mismo menos perfecta que el hombre.

 

 Si algo puede sorprender al lector no acostumbrado a leer sonetos, quizá sea la sencillez (que no excluye la brillantez) con que están escritos y la coherencia casi sistemática del conjunto. En general el asunto del poemario es el amor y su sombra amenazante, el olvido, peor quizá que el desamor, y sus estados psicológicos concomitantes, como la nostalgia (admirable el soneto titulado precisamente así, Nostalgia), el dolor, la incertidumbre, la espera, el deseo, que sólo se jusfiticaría por el amor, que nos eleva sobre el animal que somos...

 

ANTIGONI es un poeta con un excepcional sentido del ritmo. Sus endecasílabos poseen una admirable musicalidad, derivada más que de su siempre canónica disposición acentual, de la sintaxis de las emociones...Decía Pessoa por boca de su heterónimo Ricardo Reis que la poesía era una música que se hacía con ideas...Yo creo que ANTIGONI podría decir con toda autoridad que la poesía es una música que se hace con emociones, y que el poema transforma la emoción en la idea de una emoción a través de la música. 

                                                      Manuél Eidán.

Cádiz-España-2002         

                    

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